“¿Buscas placer?”
La frase de por sí sola genera una referencia, sin aviso, sin explicación.
Y por el otro lado tenemos al espectador, usuario o cliente tratando de adivinar que es lo que se viene. Una campaña, una provocación o una simple curiosidad. Es ahí donde ganamos. La Atención.
Eso es publicidad subliminal. No lo que se ve. Lo que se siente.
Años 90:
Durante años se ha malinterpretado el concepto. Se cree que la publicidad subliminal se trata de una manipulación de los sentidos, y que sugiere expectativas falsas mentales. Se cree que se trata de manipulación encubierta o mensajes ocultos. Pero en marketing real y ético, la publicidad subliminal es otra cosa:
- Es un estímulo emocional, no intrusivo, que invita más de lo que impone.
- Es diseñar experiencias visuales que despiertan deseo, curiosidad o identificación, sin que el mensaje lo diga explícitamente.
- Es convertir lo cotidiano en un símbolo: una silla se vuelve una invitación, un iPad una promesa, la luz una atmósfera que envuelve.
Recuerda que el cerebro siempre quiere completar historias, no le gusta quedarse a medias o con información incompleta y el cerebro va a intentarle dar un sentido a la historia, es ahí donde el inconsciente entra en el juego.
Eso genera una conexión más duradera. Más emocional. Más personal.
¿Quieres proyectarla en tu marca?
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Cuida lo que no dices: El silencio comunica tanto como el texto.
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Piensa en el contexto: El entorno visual puede contar tu mensaje sin necesidad de palabras.
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Provoca sin empujar: La publicidad efectiva seduce, no presiona.
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Construye símbolos: Un objeto bien colocado, un producto bien sugerido, puede decir más que un eslogan.
La publicidad subliminal no es un truco barato. Es una acción técnica que bien dirigida ayuda a proyectar un deseo auténtico en el cliente para la toma de una decisión consiente.
En iBM no hacemos marketing invasivo. Hacemos comunicación que se siente, que deja huella, que invita al cliente a decir: “quiero eso”… sin que nadie lo grite.
Porque al final del día, lo que vendes no es solo un producto. Es emoción.